viernes, 28 de agosto de 2009

National Geographic


La vida de un fotógrafo es vivir bajo su pasión de congelar un fragmento de la realidad para la eternidad. Pocos pueden llegar a hacer esta magia y es por esto que tiene un costo para poder ejecutarlo, pero cuando capturan el momento perfecto después de una larga espera de cacería es ahí cuando se demuestra que la pasión puede llegar a ser más grande que el mundo.
Gracias a estos sacrificios de alejarse de su zona de confort es como se dan cuenta lo importante que es prestar atención a los pequeños detalles que se te presentan a través de tu largo recorrido para el objetivo final, y pueden llegar a conocer y capturar mucho más de lo que habían pensado que podía existir, tanto del pasado como nuevos descubrimientos.
Si es una cuestión de muchísima vocación y disposición y el pago es altísimo por la satisfacción de hacer bien tu trabajo y que el mundo conozca a través de tus ojos otra realidad.

1 comentario:

Ulysses dijo...

Listo, actualizada en el blog.

Buen fin de semana.