El encuentro con la niña afgana
Hace aproximadamente cuatro meses, buscando unas fotografías para una publicación, encontré la el retrato de la pequeña afgana y al ver su mirara, el intenso color en sus ojos, expresaban sufrimiento pero también la inocencia que todo niño lleva a esa edad.
No supe la historia de esa foto, ni tampoco quien era la niña ni su historia, pero su mirada fue verdaderamente impactante. Ahora que supe su historia y el sufrimiento que padecía en aquel entonces, me doy cuenta que el autor con ese retrato, en verdad expresó la situación que pasaba ese pueblo aún en guerra y a pesar del tiempo transcurrido, la ahora mujer afgana, sigue mostrando en su mirada, los años de tristeza por los que ha pasado.
Muchas veces, hemos tomado fotografías y las personas que en ellas salen, en el mayor de los casos jamás las volvemos a ver, y tampoco nos ponemos a imaginar que historia hay detrás de cada retrato, el trabajo que costó tomar la foto y mucho menos quien fue el autor.
Uno sale a la calle y al ver por ejemplo a uno de esos jóvenes hacer malabares con unos palos incendiándose, captamos la imagen con nuestra cámara y lo primero que pensamos al menos en mi caso es que ese sujeto jugando con fuego es algún drogadicto, trabaja solo para comprar sus drogas.
Pero esa imagen del individuo lleno de hollín por el humo despedido por la el Diesel es engañosa. Un día al salir por las calles principales de la ciudad Chihuahua, tomé varias fotos a un chico que entretenía con fuego a los conductores mientras el semáforo cambiaba a luz verde. El chico al verme retratándolo se acercó a mi y me preguntó para que eran las fotos, a lo cual le contesté solo eran porque me gustaba reflejar las diferentes actividades callejeras y al preguntarle porque y desde cuando se dedicaba a ese oficio la respuesta me sorprendió.
El joven era egresado de la Universidad Tecnológica de Chihuahua hace dos años, pero al salir como todo estudiante, en ningún lugar le dieron trabajo por su falta de experiencia. Así duró seis meses, tocando puertas y entregando solicitudes de empleo en varias empresas maquiladoras pero nunca fue llamado. Luego empezaron los problemas con su familia porque no tenia empleo y le exigían aportara para el gasto de la casa.
Cansado por no encontrar empleo y con los problemas de su casa cada vez mas fuertes, decidió salirse y empezó a practicar malabares con unos palos en un terreno baldío, luego ya teniendo la práctica, les prendió fuego para hacer mas espectacular la función y salir a los cruceros de las principales avenidas a ganarse unos cuantos pesos para poder comer y pagar la renta de un cuarto de azotea que le rentó a una señora.
Este personaje callejero, diariamente gana entre 100 ente semana y hasta 300 pesos los fines de semana o días de pago, y le ha permitido sobrevivir desde hace un año y medio. Existen muchas otras personas que también trabajan en las calles para vivir ofreciendo entretenimiento sano a los ciudadanos.
No supe la historia de esa foto, ni tampoco quien era la niña ni su historia, pero su mirada fue verdaderamente impactante. Ahora que supe su historia y el sufrimiento que padecía en aquel entonces, me doy cuenta que el autor con ese retrato, en verdad expresó la situación que pasaba ese pueblo aún en guerra y a pesar del tiempo transcurrido, la ahora mujer afgana, sigue mostrando en su mirada, los años de tristeza por los que ha pasado.
Muchas veces, hemos tomado fotografías y las personas que en ellas salen, en el mayor de los casos jamás las volvemos a ver, y tampoco nos ponemos a imaginar que historia hay detrás de cada retrato, el trabajo que costó tomar la foto y mucho menos quien fue el autor.
Uno sale a la calle y al ver por ejemplo a uno de esos jóvenes hacer malabares con unos palos incendiándose, captamos la imagen con nuestra cámara y lo primero que pensamos al menos en mi caso es que ese sujeto jugando con fuego es algún drogadicto, trabaja solo para comprar sus drogas.
Pero esa imagen del individuo lleno de hollín por el humo despedido por la el Diesel es engañosa. Un día al salir por las calles principales de la ciudad Chihuahua, tomé varias fotos a un chico que entretenía con fuego a los conductores mientras el semáforo cambiaba a luz verde. El chico al verme retratándolo se acercó a mi y me preguntó para que eran las fotos, a lo cual le contesté solo eran porque me gustaba reflejar las diferentes actividades callejeras y al preguntarle porque y desde cuando se dedicaba a ese oficio la respuesta me sorprendió.
El joven era egresado de la Universidad Tecnológica de Chihuahua hace dos años, pero al salir como todo estudiante, en ningún lugar le dieron trabajo por su falta de experiencia. Así duró seis meses, tocando puertas y entregando solicitudes de empleo en varias empresas maquiladoras pero nunca fue llamado. Luego empezaron los problemas con su familia porque no tenia empleo y le exigían aportara para el gasto de la casa.
Cansado por no encontrar empleo y con los problemas de su casa cada vez mas fuertes, decidió salirse y empezó a practicar malabares con unos palos en un terreno baldío, luego ya teniendo la práctica, les prendió fuego para hacer mas espectacular la función y salir a los cruceros de las principales avenidas a ganarse unos cuantos pesos para poder comer y pagar la renta de un cuarto de azotea que le rentó a una señora.
Este personaje callejero, diariamente gana entre 100 ente semana y hasta 300 pesos los fines de semana o días de pago, y le ha permitido sobrevivir desde hace un año y medio. Existen muchas otras personas que también trabajan en las calles para vivir ofreciendo entretenimiento sano a los ciudadanos.
1 comentario:
OK.... gracias por compartir tu historia ....
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