Aunque al principio no parecía que tendría tantos asistentes, mientras avanzaba el via crucis se iba uniendo más gente.
El representante de Cristo avanzaba entre niños sorprendidos, señoras entristecidas y hasta llorosas, vendedores de helados o cirios, y gente de clases sociales diferentes.
Todo sin percances, las caídas fueron las planeadas y los dialogos parecían bien ensayados.
Al final de la representación, ya cuando Jesús estaba en su sepulcro dentro de la iglesia, se ofició misa, en donde entraron la mayoría de los asistentes.
Del evento me quedo con una observación, que durante el evento, cuando el Padre lo señalaba, todos, sin importar clase social, se persignan igualito.
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