Parecía que no habría cosa más retadora que fotografiar a la joven refugiada afgana que le dio vuelta al mundo, sin embargo, desde ese 1985, año en el que el fotógrafo Steve McCurry encontró el rostro que retrató perfectamente la situación de guerra, no dejó de pensar ni de ser cuestionado por las mismas preguntas: ¿Qué sucedió con la muchacha de los ojos verdes?, ¿Dónde se encuentra?, ¿Qué ha sido de su futuro?
Fue así como 17 años después de ese casual encuentro, Steve McCurry emprendió la ardua búsqueda de aquella chica afgana y viajó a la frontera afgano-paquistaní con el firme intento de localizar a la contradictoriamente conocida, pero anónima mujer.
La ayuda de la tecnología fue fundamental para este intento, pues mediante el reconocimiento del iris y técnicas de reconocimiento facial, el FBI obtuvo pruebas determinantes para la investigación. El camino recorrido no fue fácil, pues se aparecieron varios casos que decían ser la mujer de la fotografía, que en lugar de acercar a los resultados finales o arrojar pistas, desviaban la búsqueda.
Finalmente, gracias a los registros de una escuela primaria, contactaron a la maestra que en 1985 impartió clases al personaje de la foto, en aquel entonces una niña. Y fue así como por fin supieron de su paradero: estaba casada y con hijos, vivía con un latente dolor por la muerte de un hijo, sin embargo, conservaba la intensidad de su mirada.
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