Mañana, tarde o noche dan lo mismo, pues no es este tiempo el que importa para los fotógrafos, sino el instante mismo en el que se encuentran con la imagen. “Capturas un pequeño instante que no se repetirá”. Y en el encanto de ésta conexión, distintas y peculiares personalidades se han detenido frente a su cámara.
Los fotógrafos de NatGeo, capturan alrededor de 150 historias por año, y sin otro instructivo más que el de su intuición, han atravesado por los diversos obstáculos que tiene un proyecto de esta naturaleza. La frustración, la selección final de las fotos, los costos de los viajes, y hasta tremendas enfermedades en diversas ocasiones. Pero si bien, ha sido su carácter ante la experiencia el que les ha brindado estabilidad y certeza para desarrollar cada proyecto, pues para muchos de ellos, el reto no es tomar fotos sino sobrevivir a la intensidad del entorno. Pero a pesar de las múltiples aventuras y de pasar casi 9 meses viajando por año, los fotógrafos de NatGeo sólo buscan una buena fotografía; una foto personal que surja después de un momento de intimidad. Algunos dicen que la buena fotografía es aquella con ‘buena composición’, mientras otros argumentan que es ‘aquella que dice algo’.
El mundo se está moviendo constantemente, y lograr una buena fotografía no sólo depende de lo aventurero que puedas ser, sino de tu capacidad de contemplar. “La mente debe ver antes de poder crear”. Entonces, los fotógrafos de NatGeo no sólo son periodistas, sino también artistas. Y en este sentido, la política de NatGeo implica la libertad de estilo.
Así pues, la fotografía de National Geographic no es el resultado de la búsqueda por ser publicado ni de la intención por alcanzar un parámetro de estilo, sino más bien, es el más honesto acercamiento al mundo y al constante descubrir de sus culturas a través de la lente de sus fotógrafos.
Fotografía: Matt Moyer.
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