En 1984 Steve McCurry, un fotógrafo de la revista National Geographic, capturó la imagen icónica de una joven afgana en un campo de refugiados. La foto apareció como portada de la revista en 1985 y se convirtió en un fenómeno. La identidad de la joven permaneció desconocida durante 17 años.
En el 2002 un equipo de National Geographic entró a Afganistán para encontrar a la joven que se había convertido en un símbolo de los refugiados alrededor del mundo. McCurry se aventuró a una búsqueda que parecería desesperanzada. Sin pista alguna de dónde se podría encontrar, preguntaron a gente que vivió en el campo de refugiados al mismo tiempo que la joven. Algunas mujeres intentaron hacerse pasar por la joven de la foto, pero con ayuda de tecnología que reconoce el iris del ojo en las fotografías supieron que no se trataba de ella.
Finalmente una última pista los llevo con Gula, una mujer de 30 años que recuerda haber sido fotografiada. Con únicamente ayuda de los locales fue que lograron encontrarla 17 años después en condiciones que no eran mucho mejores que las que vivió mientras estuvo refugiada. Ella ignoraba completamente el fenómeno detrás de su retrato.
La foto de la joven afgana es un ejemplo evidente del impacto detrás de una imagen periodística. McCurry y su carrera se definieron enormemente por esta foto, pero lo más importante de todo, cautivó al mundo y lo hizo ver las condiciones de vida de una sociedad desplazada. La empatía que esta joven causó fue lo que motivó a su búsqueda tanto tiempo después.
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