Cuando estamos enfrente de una fotografía por lo general uno no se pone a pensar en todos los elementos que tuvieron que combinarse para dar lugar a esa imagen. Los obstáculos que deben de sortear los fotógrafos para lograr capturar un momento, no se consideran cuando nos enfrentamos a una imagen que nos ha impactado. Precisamente para esto nos sirve el documental de NatGeo, internacionalmente reconocido por la alta calidad y estética de sus fotografías; para adentrarnos en el mundo de los reporteros que, estando detrás de la mira, fungen como una extensión de nuestros ojos, permitiéndonos ver más allá de las barreras tanto físicas como intangibles.
Decir que para obtener una buena fotografía tan sólo se necesita un poco de suerte, es menospreciar el valor con el que los fotógrafos deben afrontar a los retos que su profesión les impone, además de ignorar todo el conocimiento y experiencia que recae en su trabajo. Tal como lo vi reflejado en los relatos que cuentan los fotógrafos de National Geographic en el documental, se necesita ser fuerte y tener caracter para sobreponerse a cualquier situación, ya sea desde ser posible presa de animales salvajes , hasta estar en medio de guerras y conflictos sociales; y además tener la presición y sensibilidad para hacer click en el disparador y capturar la luz que quedará impresa en algún soporte físico y que servirá como una referencia a mundos que podrían quedarse en la mera imaginación y especulación. A veces la realidad necesita ser retratada para hacernos entender y reaccionar; la fotografía entonces puede ser una herramienta para recordar, para advertir, para maravillarnos, para reflexionar.
Ser un fotógrafo documental tiene un deber aún mayor, al tener que capturar un momento efímero de la realidad sin mentir, sin dejar que la fotografía sea una referencia a algo inexistente, si no a algo que aún cuando parezca inaudito, pertenece a este mundo. Es un trabajo excepcional que nos hace testigos de algo que está pasando y que necesita ser visto.
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